BUKHARA

Bukhara

Un sabio dijo una vez que si "Samarkanda es la belleza de la tierra, Bukhara es la belleza del espíritu". No le faltaba razón en absoluto al referirse a uno de los cuatro lugares que actualmente forman parte del Patrimonio de la Humanidad que tiene Uzbekistán. Los viajeros que alguna vez han tenido la inmensa fortuna de conocer ambas saben perfectamente que la fama recayó en la capital de Tamerlán mientras que Bukhara se guardó una gran virtud, ser la ciudad más hermosa de la Ruta de la Seda. Durante siglos Santa, eternamente Noble, se lleva consigo los mejores epítetos envueltos en cúpulas azuladas, minaretes grandiosos y una mezquita para cada día del año. Sagrada para el Islam, e imán de los peregrinos quedando a la sombra únicamente de la Meca, es con total probabilidad un rincón indiscutiblemente grandioso en todo Asia Central.
Bukhara, Bujara, Buxoro o los mil nombres de una ciudad única, ha sido históricamente muy persa y uno de los mayores Pilares de la religión musulmana. En Asia Central siempre fue Ciudad Santa, aunque tras la caída de su último Emir y la llegada de la Rusia comunista que se alargó 80 largos años, su alma islámico se enfrió hasta quedar prácticamente helado (el bastión uzbeko de la religión musulmana está ahora en el Valle de Fergana). Se cuenta que había más de trescientas mezquitas y un centenar de madrasas (escuelas coránicas) y que en su subsuelo están enterrados los cuerpos de muchos hombres considerados ilustres por la tradición Islam. Hoy en día este «enfriamiento» hacia el laicismo hace que apenas sean pocos los edificios religiosos los que se usan como tal, aunque no al nivel de Samarkanda o Tashkent donde esas profundas raíces musulmanas parecen haberse olvidado salvo por los contoneos de alguna que otra cúpula azulada.
Para la Ruta de la Seda, Bukhara, fue también un nudo importantísimo de comunicaciones y, por supuesto, de influencias y saberes que se transmitieron a un lado y otro de forma constante. A un paso de Merv (en la actual Turkmenistán) absorbía las caravanas procedentes de Oriente Medio (Siria, Jordania, Líbano, Arabia, etc..) que hacían su viaje a la lejana China o viceversa. Estratégicamente se convirtió en un lugar esencial, aunque su prosperidad le hizo estar a la par en nombre con Samarkanda, sin recibir el mismo empeño por parte de la Dinastía timúrida, aunque sí con una huella evidente en cuanto a la construcción de monumentos y a su arte.
Bujara tuvo ciertos avances que se tradujeron en riqueza, como por ejemplo uno de los sistemas de irrigación más importantes de Asia Central que hicieron fértil a una zona casi desértica y llevaron el agua más lejos de lo que se  hoy en día se ha conseguido. Y por supuesto en ciencia, donde Ibn-i-Sina, más conocido en Occidente como Avicena movió su Canon de Medicina a todo el mundo desde el año 1020 hasta bien entrado el Siglo XIX. Se podría decir que son los cimientos más fuertes sin los cuales no serían posibles los logros médicos que disfrutamos actualmente.

Lugares de interés:

Complejo Poi Kalon (mezquita, alminar y madrasa)
Por Poi Kalon (también escrito Po-i-Kalan) se entiende la fusión de tres monumentos: La Mezquita Kalon, el Minarete Kalon de 48 metros de altura y la Madrasa Mir-i-Arab. Elementos con historias diferentes y que se los debería tener en cuenta por separado, pero es su conjunción la que construye el más hermoso y genuino decorado de una Bukhara inenarrable. Porque basta con agruparlos desde cualquier ángulo de la ciudad que se precie y entender las razones de ser todo un símbolo.

Minarete Kalon (Minâra-I Kalân)
El símbolo más reconocible de Bukhara fue algo así como el Faro de la Ruta de la Seda. Incluso creo que podría seguir recibiendo semejante título honorífico. Levantado, nada menos, que en el Siglo XII como parte de una Mezquita anterior a la que hay ahora (S. XVI), llegó a ser el minarete más elevado del mundo musulmán con sus sorprendentes 48 metros de altura. Ha soportado terremotos y guerras de todas las épocas pero aún así ha podido resistir para superar sus ochocientos años  de edad en un envidiable estado de forma. Testigo de cómo Bukhara fue pasando de unas manos a otras, llegó a perder su sentido original en varias ocasiones, pero siempre ha estado ahí, vigilante, amenazante en algunos casos. 

Mezquita Kalon (Masjid-I Kalân)
La Mezquita de los viernes no sólo es la más importante de Bukhara sino una de las más grandes de Asia Central, superada tan sólo por Bibi Khanum, en Samarkanda. Aunque su origen viene nada menos que del año 795 después de Cristo y parece que fue agrandada por Ismail Samani (fundador persa de la Dinastía Samánida, que renunció al Zoroastrismo por el Islam), su estructura actual es de mediados del Siglo XVI, una vez las tropas de Genghis Khan la destruyeron por completo. La historia cuenta que el propio Genghis Khan la vio tan hermosa que creyó que no era una mezquita sino el Palacio del Emir y por eso la mandó prender fuego. Sólo tendría piedad con el minarete, ya que fue lo que verdaderamente le asombró.

Madrasa De Mir-I-Arab
Al Siglo XVI, al igual que la mezquita, pertenece uno de los Centro de Enseñanza Islámica con más renombre de la región centroasiática. Mir-i-Arab, que significa «Príncipe de los árabes», es la plasmación en piedra y azulejo de la obra religiosa de Sheikh Abdullah Yamani, amigo y consejero espiritual del Khan de la época, el shaybánida Ubaydullah. Enfrentada puerta con puerta a la mezquita, posicionalmente hablando, supuso el remate indispensable para alcanzar lo sublime en la plaza central de la ciudad. Poi Kalon ya tenía lo que le faltaba para entrar dentro de la perfección como uno de los conjuntos monumentales más admirables no sólo de Asia sino del mundo.